lunes, 22 de noviembre de 2010

La Vuelta de Obligado - Día de la Soberanía Nacional

El día 20 de noviembre celebramos el Día de la Soberanía Nacional, recordando el Combate de la Vuelta de Obligado.
Es nuestro objetivo vincular esta importante fecha patria con nuestra música nativa.
Es por ello que haremos algunos comentarios sobre el Tema “La Vuelta de Obligado”, que es un triunfo cuya letra pertenece a Miguel Brascó y la música a Aquilino Candelario Merlo, conocido artísticamente como “Alberto Merlo”.
Al final de la entrada podrán escuchar a Don Alberto Merlo interpretando la obra señalada.

Miguel Agustín Brascó nació en la localidad de Sastre, el 14 de setiembre de 1926, es un reconocido escritor, humorista, dibujante, editor, crítico y sibarita argentino que se desempeña principalmente como especialista en vinos y comida gourmet. Abogado y periodista de larga data, es un agudo observador de la realidad argentina y mundial, de sus hábitos y tendencias.
Es autor además del chamamé Santafesino de veras y de la canción del Litoral  Agua y Sol del Paraná, con música de Ariel Ramírez, según reseña Emilio Pedro Portorrico en su Diccionario Biográfico de la Música Argentina de Raíz Folklórica.

Citando también a Portorrico podemos decir que Aquilino Candelario Merlo nació un 2 de febrero de 1931 en Colonia Bossi , Provincia de Santa Fe.
LA VUELTA DE OBLIGADO (Triunfo),
Letra de Miguel Brascó
Música: “Alberto” Merlo
Introducción:


"los hermanos sean unidos
porque esa es la ley primera
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea
porque si entre ellos pelean
los devoran los de afuera"


Noventa buques mercantes
veinte de guerra, veinte de guerra
Vienen pechando arriba
las aguas nuestras, las aguas nuestras

Veinte de guerra vienen
con sus banderas, con sus banderas
La pucha con los ingleses
quién los pudiera, quién los pudiera¡

Que lo tiro a los gringos
Juna y  gran siete
navegar tantos mares
venirse al cuete,
que digo venirse al cuete

¡A ver che Pascual Echagüe
gobernadores, gobernadores
Que no pasen los franceses
Paraná al norte, Paraná al norte

Angostura del quebracho
de aquí no pasan, de aquí no pasan
Pascual Echagüe los mide
Mansilla los mata, Mansilla los mata¡

Que lo tiro a los gringos
Juna y gran siete
navegar tantos mares
venirse al cuete, que digo venirse al cuete

Para ubicarnos históricamente en la fecha que celebramos, extractaremos textos y fotos del blog fantasmabayones.blogspot.com
El 20 de noviembre de 1845, se libró el combate de la Vuelta de Obligado, en el que fuerzas navales y terrestres de la Confederación Argentina, enfrentan a la escuadra combinada anglo-francesa que pretendía remontar ese paso y navegar libremente por el Paraná.
La batalla de la Vuelta de Obligado, es consecuencia directa del enfrentamiento entre el gobierno de la Confederación Argentina, a cargo de don Juan Manuel de Rosas y los gobiernos de Francia y la Gran Bretaña, que sin más destinaron una poderosa escuadra , para que lograse "la pacificación" ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo. Pero en realidad lo que las potencias pretendían era obtener garantías que les permitieran practicar el comercio y el libre tránsito por el estuario del Plata y todos los ríos interiores pertenecientes a la cuenca del mismo, en una clara acción colonial , al estilo de las de la época.

La Defensa. La principal fortificación y puesto defensivo se instaló en el paraje denominado Vuelta de Obligado. .Allí el río alcanza unos 700 metros de anchura y un pronunciado recodo, que hace prácticamente imposible la navegación a vela.
Tres gruesas cadenas soportadas por lanchones fueron tendidas de costa a costa. Más un símbolo que una real defensa.
En la ribera derecha se montaron cuatro baterías aguas abajo, llamadas:
Restaurador, al mando de Álvaro Alzogaray,



General Brown , a cargo de Eduardo Brown, hijo del almirante.


la General Mansilla, dirigida por Felipe Palacios.
y más allá de las cadenas, la batería Manuelita (nombre dado en honor de la hija del Brigadier Juan Manuel de Rosas) al mando de Juan Bautista Thorne.

Además contaban con un total de treinta cañones, 160 artilleros y unos dos mil hombres al mando del coronel Ramón Rodríguez.


Y el bergantín "Republicano" artillado con 6 cañones, con la misión de defender las cadenas y evitar que estas fuesen cortadas.



Manuel Galvez relata el combate
El combate se inicia al amanecer. Las bajas argentinas son múltiples. Las pérdidas materiales y las averías también. Sin embargo, el agresor no queda incólume. Sufre serios daños.
Cuando se acallaban los ecos de la batalla, paradojalmente, se oirán en toda América y el mundo los ecos de la bravura de los defensores de Obligado.
" Dirigirá la defensa el General Lucio Mansilla En su carácter de comandante interino del departamento del Norte. …

Ha construido parapetos de barro, anchos de más de dos metros, para defender a las treinta y cinco piezas de artillería y ocultarlas. Hay mucho patriotismo y pocas municiones".
Los grandes barcos de `la misión de paz' se acercan.
Las dos márgenes aparecen llenas de hombres vestidos de colorado.
Son las nueve y media de la mañana. Y se entona el Himno Nacional.
Se oye : ¡Oíd mortales el grito sagrado! …
Y un unánime y ardiente ¡Viva la patria!' lo termina.
¡Fuego contra los infames agresores! De la parte de los patriotas salen proyectiles macizos, balas de las metrallas, cohetes a la Congreve. Pero los enemigos tienen ochenta y ocho cañones, todos de gran calibre.
Y pasa la mañana en medio de la lucha heroica.
A las cinco de la tarde termina el combate.
Los buques extranjeros han logrado abrirse paso. Sus marineros y soldados desembarcan.
Mansilla personalmente dirige una carga a la bayoneta para defender las baterías.
Han muerto ciento cincuenta argentinos y han sido heridos noventa. Han caído también algunas mujeres que atendían los heridos.
Un diario montevideano, sin embargo, declara que `nunca, desde la paz napoleónica, hallaron franceses e ingleses tan heroica resistencia'."
(Manuel Gálvez, Vida de Don Juan Manuel de Rosas, XIX, 6. )

Adolfo Saldías también se ocupo del combate:
El combate se inició al amanecer con múltiples bajas por parte argentina: 250 muertos y 400 heridos, 21 cañones de la batería cayeron en poder del enemigo que los inutilizó.
Asimismo, incendiaron los lanchones que sostenían las cadenas y se perdió el buque Republicano, que fue volado por su propio comandante ante la imposibilidad de defenderlo.
Los agresores, por su parte, tuvieron 26 muertos y 86 heridos y sufrieron grandes averías en sus naves que obligaron a la escuadra a quedarse 40 días en Obligado para reparaciones de urgencia.

Las repercusiones de la batalla tuvieron gran difusión en toda América.
Chile y Brasil cambiaron sus sentimientos - que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas - y se volcaron a la causa de la Confederación.


Hasta algunos unitarios - enemigos tradicionales de Rosas- se conmovieron , como el general Martiniano Chilavert , que se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación para defenderla de los enemigos europeos[Investigación histórica de Adolfo Saldías]



El marco político del conflicto
En 1845 la Confederación Argentina, gobernada por Juan Manuel de Rosas, sufrió la alevosa agresión militar de las dos principales potencias de la época: Gran Bretaña y Francia, que venían de hacer de las suyas en China y Argelia. Y por supuesto esta nación del lejano cono sur no podía ser rival de fuste....
Además , contaban con el apoyo explícito del bando unitario, que había emigrado a la ciudad de Montevideo y el de Fructuoso Rivera, oriental que había derrocado en esa ciudad al gobierno legítimo del general Oribe. Este, a su vez, sitiaba la ciudad por tierra y, desde hacía meses, por el río lo hacía la flota del viejo y glorioso almirante Brown.


General Oribe
Los europeos también especulaban con el apoyo eficaz del Imperio del Brasil, interesado en la Mesopotamia y en la Banda Oriental.
Por su parte, los Estados Unidos de Norteamérica, que ya habían proclamado la doctrina Monroe, la dejaron de lado para otras oportunidades más propicias: estaban demasiado ocupados en la anexión del estado mejicano de Texas.
La flota anglo-francesa primero ocupó Montevideo, exigió la libre navegación de los ríos interiores argentinos, y se apoderó mediante su artillería de grueso calibre –sin previa declaración de guerra- de la débil escuadra de Brown, quien le escribió a Rosas: "Tal agravio demandaba imperiosamente el sacrificio de la vida con honor, y sólo la subordinación a las supremas órdenes de V.E. para evitar aglomeración de incidentes que complicasen las circunstancias, pudo resolver al que firma a arriar un pabellón que durante treinta y tres años de continuos triunfos ha sostenido con toda dignidad en las aguas del Plata".
El mando de la escuadra apoderada se le otorgó al aventurero José Garibaldi. Posteriormente héroe destacada de Italia
Las potencias imperiales se dispusieron a internar el Paraná y el Uruguay, declararon el bloqueo de todos los puertos, apresaron los barcos mercantes y se prepararon a ocupar los puntos dominantes del litoral argentino.
La unidad de Garibaldi cañoneó, incendió, arruinó, tomó por asalto y saqueó la Colonia del Sacramento, luego tomó la isla Martín García, por el río Uruguay atacó al pueblo puramente comercial y desguarnecido de Gualeguaychú, saqueándolo durante dos días, a Paysandú, donde fueron rechazados, igual que en Concordia.
Pero a pesar de los atropellos, depredaciones y crueldades, la intervención no podía ocupar los puntos guarnecidos regularmente por la Confederación. La resistencia del pueblo se hacia notar.El rechazo al extranjero era unánime.
Es así que las potencias resolvieron que sus escuadras combinadas forzasen a cañonazos el paso del Paraná hasta llegar y tomar a Corrientes, a fin de dominar ese gran río…
Esta invasión , mereció los versos de don Vicente López y Planes , autor de la canción patria, que llamaba así al sentimiento generoso de los argentinos:

"Se interpone ambicioso el extranjero,

su ley pretende al argentino dar,

y abusa de sus naves superiores
para hollar nuestra patria y su bandera,
y fuerzas sobre fuerzas aglomera
que avisan la intención de conquistar.
Morir antes, heroicos argentinos,
que de la libertad caiga este templo:
¡daremos a la América alto ejemplo
que enseñe a defender la libertad!"

(Vicente López y Planes, Oda patriótica federal recitada en el teatro de la Victoria la noche del 5 de noviembre de 1845).



A las ocho y media de la mañana del 20 de noviembre de 1845 avanzaron sobre las baterías de Obligado once buques enemigos con noventa y nueve cañones de grueso calibre, de los cuales treinta y cinco eran Paixhans, de bala con espoleta y explosivos, acreditados por los estragos que habían hecho en los bombardeos de Méjico. Media hora después rompieron sus fuegos.
La banda del batallón Patricios hizo oír el himno nacional. Mansilla, de pie sobre el merlón de la batería Restaurador Rosas invitó a los soldados a dar el tradicional grito de ¡viva la patria!
Y a su voz arrogante y entusiasta, el cañón de la patria lo ilumina con sus primeros fogonazos.

Otra media hora después y el combate se generaliza, entrando todos los buques en acción. Los pechos de los soldados argentinos sienten por primera vez la lluvia de bala y metralla, pero sin embargo las baterías de tierra ponen fuera de combate dos bergantines ingleses.
Al mediodía Mansilla comunica a Rosas que el enemigo no ha podido acercarse a la línea de atajo, pero que dada su superioridad, cree que lo harán, porque a él le faltan las municiones para impedirlo.
Efectivamente, pocos minutos después el capitán Tomás Graig, comandante del bergantín argentino Republicano, que sostenía esa línea de atajo, quema su último cartucho. Cuando pide más municiones a tierra y le responden que ya no hay, hace volar su buque para no entregárselo al enemigo, y va con sus soldados a tomar el puesto de honor en las baterías de la derecha.


Los buques de la alianza imperial avanzan hasta la línea de atajo, sufriendo todos los fuegos de las baterías. Como un volcán arrojando serpientes de fuego en todas direcciones, el agua cubierta de nubes de pólvora quemada, entre estrépitos de muerte, el Paraná se convierte en un infierno.
En lugar prominente de este cuadro está Mansilla; y su esfuerzo prodigioso, y su vida que respeta la metralla, y su espíritu, pendiente de una probabilidad halagüeña, concentrados en ese punto del río Paraná, donde se juegan el derecho y la honra de la patria que él defiende. Hay un momento en que esa probabilidad parece sonreírle: es cuando los cañones de las baterías hacen retroceder algunos buques, ponen fuera de combate algún otro y apagan los fuegos de varios cañones enemigos.
Pero simultáneamente una lancha con un contingente inglés logra cortar las cadenas y hacer pasar del otro lado algunos buques.

A las cuatro de la tarde Alzogaray, con casi todos sus artilleros muertos, quema en su cañón el último cartucho.
La batería de Thorne es un castillo incendiado
El estampido del cañón sacude la robusta organización del veterano de Brown. El mismo Thorne dirige las balsas y los cañones, que hacen estragos al enemigo. Se fractura un brazo y se golpea la cabeza, de tal manera que perderá el oído para siempre. Desde entonces sus viejos compañeros le llamarán el sordo de Obligado.

Después de ocho horas de bombardeo incesante, los patriotas se quedan completamente sin municiones. Mientras los cañones de los buques enemigos siguen disparando, se lanza la infantería de desembarco sobre las diezmadas fuerzas argentinas.
Mansilla se pone a la cabeza y manda calar bayonetas.
Al adelantarse, es derribado por la metalla en el estómago y queda fuera de combate.

El coronel Ramón Rodríguez lleva otra carga con los Patricios y repele al enemigo; pero éste finalmente logra controlar el campo. Los europeos contaron ciento cincuenta bajas en la Vuelta de Obligado y sus mejores buques quedaron bastante averiados.

La victoria que alcanzaron los anglo-franceses resultó pírrica; quizás confiaron demasiado en lo que aseguraban los emigrados unitarios, su prensa y sus libros: que ante su presencia en las costas, los pueblos "sacudirían el yugo de Rosas y harían causa común con ellos".
Forzaron el pasaje del río y tal vez podrían dominarlo, pero supieron que no podrían avanzar tierra adentro, ya que se sublevarían contra ellos todas las fibras de un pueblo viril atacado en sus hogares.
Las noticias de las pérdidas comerciales sufridas por el convoy y los relatos de la hidalguía y bravura de los argentinos llegaron a Londres.
Los tenedores de bonos de deuda argentina reclamaban el fin de la intervención para poder cobrar.
Ante esta situación, los gobiernos extranjeros ordenaron el retiro inmediato e incondicional de sus escuadras en el Plata desagraviando al pabellón argentino con 21 cañonazos.

El general José de San Martín expresó desde Francia:
"Los interventores habrían visto que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca. (…) Esta contienda es, en mi opinión, de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de España".

Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern, de 1847, concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour.
Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental.


Además contaban con un total de treinta cañones, 160 artilleros y unos dos mil hombres al mando del coronel Ramón Rodríguez.

1 comentario:

  1. Amo mi patria y su historia me llena de orgullo, en contraste nuestros políticos siglo XXI , sin convicciones, sin fe, y sin espíritu de sacrifico, honor ni gloria, me da tristeza ver tan humillada mi nación y mi bandera...

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