viernes, 3 de diciembre de 2010

La Vuelta de Obligado II - La victoriosa

Cumpliendo con Rubén, publico a continuación este artículo que tan gentilmente me hiciera llegar y que permite completar la historia:
LA OTRA “VUELTA DE OBLIGADO”, LA GANADORA



Por Fernando Del Corro (x)



Allá lejos y hace tiempo, en el 480 Antes de Nuestra Era (ANE), el rey espartano Leónidas, al frente de unos 2.000 hombres, demoró durante siete días al ejército persa de 300.000 en el paso de las Termópilas (puertas calientes en griego). Obviamente casi todos los griegos murieron en el enfrentamiento y los persas lograron pasar, pérdidas mediante.



Los argentinos conmemoramos en estos días los 165 años de la batalla de la Vuelta de Obligado, uno de esos hechos épicos de nuestra historia que, aunque concluido en derrota, sirvió para establecer un hito en la resistencia contra el intento colonizador de Francia y el Reino Unido (RU) sobre la región y, en particular, de adueñarse del control de los ríos del estuario del Plata. Los invasores fueron golpeados pero pasaron.



La historiografía, desde antiguo, puso sobre el tapete la importancia que tuvo la heroica resistencia en el desfiladero de las Termópilas que facilitó el replanteo de la resistencia griega ante las fuerzas del emperador Jerjes I que dio lugar a una ordenada retirada de la flota en Artemisio y la posterior destrucción de la escuadra persa en Salamina y la expulsión final de los invasores en Platea varios meses después. Hoy también se habla de las victorias de Salamina y Platea.



También la Vuelta de Obligado fue una derrota heroica. Las fuerzas colonialistas contaban con un poder enormemente superior a las patriotas que los esperaron en el lugar elegido en 1811 por Hipólito Vieytes –que no sólo fue importante por su jabonería- para una eventual necesaria defensa del Río Paraná. Los defensores tuvieron diez veces más muertos que los atacantes (se dice que uno de ellos fue el malvinero “Gaucho” Rivero) y cinco veces más heridos. La flota invasora pasó pero a su regreso, tras varias escaramuzas, recibió una verdadera paliza en Punta Quebracho. Hoy no se habla de la victoria de Punta Quebracho.



Este triunfo militar argentino sobre un intento de las dos principales potencias europeas de la época contribuyó a impedir una nueva fractura del territorio nacional que ya había sufrido la separación de la Banda Oriental, consumada contra la voluntad de José Gervasio de Artigas; de Bolivia, facilitada por Bernardino Rivadavia; y antes la del Paraguay, amén de los sucesivos avances fronterizos chilenos. Como parte del proyecto colonialista estaba la creación de un nuevo estado mesopotámico con las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones (de esta se perdió la mitad a expensas del Brasil medio siglo después).



Luego de dejar atrás la zona bonaerense de San Pedro tras la batalla de la Vuelta de Obligado los invasores siguieron navegando aguas arriba el Paraná protegiendo un importante convoy de buques mercantes cargados con mercaderías para colocar en las ciudades litoraleñas y en Asunción del Paraguay, pero se encontraron con el rechazo de las poblaciones ribereñas y nuevas emboscadas de las fuerzas criollas, tanto de ida como de vuelta, tales las de Acevedo, Tonelero y San Lorenzo.













Ni las ciudades mesopotámicas de Goya y Corrientes ni la capital paraguaya resultaron buenos mercados para la colocación de los bienes trasladados. La situación económica de la región no era la mejor, sobre todo por la escasez de metálico y en el caso de Asunción los militares y comerciantes europeos no fueron bien acogidos por el presidente Carlos Antonio López quién por entonces solía hacerse asesorar por Artigas, asilado en ese país por negarse a regresar a la ex Banda Oriental devenida en el Uruguay “independiente”.



Habían pasado ocho meses desde la Vuelta de Obligado, el 4 de junio de 1846, cuando el general Lucio Norberto Mansilla, volvió a esperar a los invasores en otro lugar estratégico, pero más al norte: Punta Quebracho (o angostura de Punta Quebracho), hoy Puerto General San Martín, en la Provincia de Santa Fe, a unos 35 kilómetros de la ciudad de Rosario. El resultado esta vez fue completamente distinto; la derrota heroica se convirtió en un triunfo demoledor ya que fueron hundidos dos mercantes, incendiados cuatro mas y sumamente dañadas dos naves de guerra. Esta vez los argentinos registraron un solo muerto y los colonialistas 60.



Un mes más tarde se propuso un acuerdo por cual, entre otras cosas, el RU y Francia abandonaran su ocupación de la isla de Martín García, devolvieran los barcos de guerra argentinos que habían capturado y reconocieran a la Confederación Argentina el control de los ríos interiores. El gobierno del RU rechazó esa propuesta y el gobierno de Juan Manuel de Rosas avanzó en un tema clave, no ya militar sino financiero, ya que apeló al default de la deuda externa, haciendo que los financistas acreedores impulsasen una solución por lo que en 1848 se firmó el Tratado Southern-Arana con el RU y en 1850 en Lepredour-Arana con Francia, con los cuales concluyó definitivamente el bloqueo de esos dos países al Río de la Plata que operaban desde Montevideo, la capital uruguaya.



Si la heroicidad griega de 2.490 años atrás en Termópilas no hizo olvidar la victoria en Salamina parece que hoy, a 165 de la Vuelta de Obligado no se debiera olvidar el gran triunfo de Punta Quebracho ni la represalia financiera.





(x) Periodista e historiador graduado en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Docente en Historia Económica en la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la UBA. Colaborador en la cátedra de Deuda Externa de la Facultad de Derecho (FD) de la UBA.